
Como un cigarro en la boca de la incertidumbre.
Así se sentía.
Él es un gran fan de la incertidumbre, del no saber lo que va a pasar, de lo que esto fomenta su capacidad de sorpresa, de soñar, de ilusión, de imaginación, de inspiración… ¡qué maravilla!
Él es un fan de esa falta de certeza que pone a prueba su capacidad de lucha, que provoca que se replantee si está haciendo bien las cosas, que mejore, que valore lo que supone VIVIR con mayúsculas. Entendía que en el hecho de comprender que no todo depende de uno mismo -que hay parcelas de la vida que escapan de nuestro control-, están las llaves con las que poder abrir cofres cuyos tesoros ayudan a VIVIR, y no de cualquier forma, sino en mayúsculas.
“¿O me diréis que los planes improvisados no os resultan los mejores?” dice él siempre añadiendo: “La vida es incertidumbre, y compensa, compensa mucho”.
Pero este sentimiento le está mostrando su lado amargo. Hoy la incertidumbre le duele, le consume como un cigarrillo. Poco a poco se ha nublado el día con su propio humo.
Hoy la incertidumbre la considera innecesaria, le ha puesto la mente a centrifugar sin sentido para buscar el sentido perdido de repente. Generando todo ello que le duela. Conociendo la cruz de la moneda.
Le duele porque aparece en un momento y en una historia donde todo parecía estar en orden. Le duele porque aparece dentro de una rutina donde está provocando miles de preguntas que no van seguidas de respuestas.
Le duele porque le resulta difícil concentrarse en conseguir sus objetivos del día mientras siente a su corazón resentido, confuso y con los ojos como platos observando cada movimiento que pueda poner fin a esa incertidumbre.
Le duele porque su mente se ha puesto a tejer una tela de explicaciones que den sentido a lo que pasa, que probablemente nada tengan que ver con la realidad y que lejos de amortiguar su dolor y asombro, le han atrapado privándole de observar, que quizás en la explicación más sencilla esté la verdad y que puede que la incertidumbre sea producto de la inseguridad, la impaciencia, los nervios o preguntas desnudas.
Le duele porque le incita a diseñar el camino para alguien cuyos pasos no puede controlar. Porque no ve la cerilla que encendió el cigarro pero si la mano que la portaba.
Le duele porque si por él fuera, pintaba ahora mismo la palabra FIN sobre los interrogantes. Pero no depende de él…, o sí, pero eso supone elegir un camino que no se planteaba seguir.
Porque si por él fuera, crearía una conversación que limpiase el desconcierto y acabase con algún tipo de signo de puntuación, a poder ser un “punto y final” o un “punto y seguido”. Y no lo escribiría con un boli a “media tinta”, ni tampoco con un permanente, pero sí con mano firme. ¡Ya vale de puntos suspensivos y de paréntesis inacabados!
Le duele porque esta vez es cosa de dos, de uno que en silencio lanza preguntas y de otra que responde a todas sin hablar. De una que decidió apostar por él sin respuestas y de uno que no sabía lo que dejaba pasar.
Duele porque no es tanto no saber lo que vendrá, sino lo que ya ha sido y no se te permite saber.
Le duele porque este sentimiento le orquesta una melodía de dudas y posibles siguientes caminos. Melodía que suena con fuerza mientras intenta reconstruir el puzzle de actitudes que creía conformaban a una persona; mientras intenta descifrar el jeroglífico de esa historia; mientras intenta rediseñar alguno de esos edificios que formaban parte de la ciudad de su vida y que hoy han sufrido las consecuencias del terremoto que a veces supone la incertidumbre que duele.
Pero él es fuerte. Él sabe que esto forma parte de vivir, que puede volver a lanzar la moneda y centrarse en la cara. Él, después de sentir lo que supone el dolor de una historia inacabada, reconoce que la boca que le absorbe no es la incertidumbre. Ella sólo es un humilde colchón de ataques humanos, de explicaciones perdidas. Sabe que su función es dotarnos de flexibilidad mental y capacidad de superación.
La incertidumbre es un colchón de explicaciones perdidas cuya función es dotarnos de flexibilidad mental y capacidad de superación.
Él sabe que los interrogantes muchas veces los escribimos nosotros mismos ante las sorpresas de la vida, ante los saludos y despedidas. Cuando no damos respuestas a lo que ésta nos pregunta, cuando no le preguntamos para aclarar nuestras dudas, cuando se nos olvida que nuestros actos salpican a otras vidas, cuando no damos un paso firme al frente y no agarramos el capote fuerte.
Y él lo sabe. Sabe que la incertidumbre tiene un gran lado dulce. Que estos días le ha tocado tomarse el café con sal y esforzarse por fabricar “?” que archiven preguntas injustamente abiertas, pero sabe que la esperanza es una medicina que no caduca, que los días hablarán por sí solos y sus manos conseguirán terminar el puzzle donde encajará hasta la incertidumbre que duele.
Recuerda que siempre está el lado bueno de las cosas ahí, al lado tuyo y dentro de ti. Y que mientras tú debates sobre el porqué de lo que ocurre, tu vida sigue recorriendo carreteras esperando que seas tú quien la conduzca por ellas, aparezcan más o menos señales, tengan más o menos curvas.
-No bajes la guardia, disfruta del viaje y pase lo que pase sigue adelante-
#Lifegoeson
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Si sí… Que manera de aterrizar las ideas y expresar lo que acontece en la vida!!! 🙂
Muchas graciaaas sientopiensohagoysoy por regalarme este comentario 😉 y por dejar constancia de que te ha gustado la entrada. Un placer seguirnos mutuamente 😉 Un saludo!!