
Celebra tu cumpleaños.
La semana pasada fue mi cumpleaños, día que siempre me despierta muchísima ilusión y reafirma mis ganas de vivir. Sí, me parece algo maravillo el hecho de celebrar el día que nacimos y más aun si es en buena compañía.
Algunos pensarán que “qué fácil” es decir lo anterior situándome en la franja de los veinticasitodos. No les falta razón, puede resultar más fácil en cuanto a que es más común que goce de buena salud y vitalidad que una persona más mayor. Pero ser cerilla o ser extintor no es cuestión de edad sino de ilusión, de tener esperanza en el devenir, de tener la firme convicción de que tenemos mucho bueno que aportar todavía a este mundo, de pensar en términos de posibles y no de incapacidades, de focalizarnos en el sumar y no en lo que dejamos atrás.
Da igual que número de forma a la vela porque siempre está a nuestro alcance encender la mecha.
El soplar las velas no es un gesto para perder fuerza sino para reafirmar que la llama la llevamos dentro. Cuando hablo de celebrar nuestro cumpleaños hablo de no permitir que el temor o la desilusión predigan nuestro futuro. Futuro que no se crea en base a un número (edad cronológica) sino a la madurez del corazón. Hablo de no cultivar la falta de ilusión por el devenir, de no focalizarnos en la muerte y de no negarnos a evolucionar.
Mantener viva la llama es cuestión de fe en el futuro, amor en el presente y serenidad respecto al pasado.
Celebrar nuestro cumpleaños es compartir sonrisas, es brindar la vida, es comernos el pedazo de tarta que representa la satisfacción de nuestro recorrido por la vida hasta el momento y no dejar que el “feliz” del cumpleaños se quede en la canción. Es mirar atrás y decir: “vaya lo que he aprendido”, es revertir lo malo en fortaleza ante el futuro, es ir replanteando y añadiendo objetivos. Es coger la mano de quien tenemos al lado y decirle de forma cada vez más madura “estoy contigo”; es escuchar la respuesta de la vida a preguntas que ni siquiera nos habíamos planteado… Celebrar nuestro cumpleaños es aceptar el paso del tiempo y negarse a anclarse en la edad, porque temiendo al tiempo corremos riesgo de quedar atrapados en nuestro propio olvido.
La aceptación del paso del tiempo comienza con la aceptación de uno mismo -de lo que fuiste, eres y serás-, y continúa en todo lo que es posibilidad -que con esfuerzo y persistencia puede convertirse en realidad-.
¿Vas a dejar que el miedo al paso del tiempo determine tus pasos?
No hemos venido al mundo a tachar números en el calendario sino a sumar y coordinar experiencias. Ya sé que te sigue dando cierto tembleque que se acerquen los 30 y no hayas conseguido todavía el trabajo que soñabas; o que ya pasas los 40 y más de lo parecido,… en general, que pase el tiempo y continúes teniendo casillas por tachar en tu lista de grandes objetivos. Pero, es que, el que “sigue teniendo que” es porque lleva idea de seguir viviendo e insistiendo en ello.
Celebremos el paso del tiempo en lugar de hacerle la ola a los miedos.
El miedo lucha sin éxito contra el tiempo. Tiempo que no vuelve y que desperdiciamos tiritando ante el movimiento de las agujas del reloj. Que sí, que has hecho cosas mal en el pasado, que algunas las repetirás y otras se evaporarán, pero que tienes un futuro de aciertos por delante y sin el paso del tiempo no hay posibilidad de alcance. Hagas lo que hagas, el segundero va a seguir corriendo, nuestra tarea reside en no darle protagonismo al envejecimiento físico sino a la evolución positiva de uno mismo.
En lugar de plantarle cara al tiempo y plantarle edad a la vida, te propongo plantarle nuevos caminos a los patrones establecidos, plantarle mejoras a lo cronosocialmente “correcto” (siempre en pro de la madurez del alma), plantarle acción al conformismo y plantarle ilusión al derrotismo. No temas al rápido paso de los días porque como bien dijo E. Kübler Ross: “el miedo no evita la muerte, pero sí frena la vida”.
Llámalo paso del tiempo, yo prefiero denominarlo cantar al compás de la vida pero creando mi melodía.
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