
Diferencias compensadas.
¿Qué porque te quiero? Que pregunta tan fácil y compleja de responder a la vez. Déjame que ordene la cantidad de flores que están a punto de salir por mi boca porque te mereces un ramo de lo más bonito.
Verás, te quiero porque me has enseñado lo mucho que pueden unir las diferencias. Te quiero porque me has escuchado siempre con los ojos como platos y las orejas modo Goofy aunque hablase de ideas con las que tú no comulgas. Te quiero porque valoras aspectos que yo también considero importantes, porque me abres el campo de visión, porque estuviste cuando estaba ausente, porque mi proveedor favorito es tu almacén de abrazos, porque nunca has intentado cambiar mi esencia sino mejorar mis fallas. Porque me frenas cuando mis emociones se embalan y me aceleras cuando el dolor me aplana. Porque permites que me equivoque y me ayudas a calmar mis mares internos. Porque somos ejemplo de telepatía. Porque aunque no estamos de acuerdo en cada frase del guion, sí en el argumento de la historia. Y es que hagas lo que digas siento que me parapetas y entiendes, siento que me reconoces y quieres tal como soy. Y esta, es una sensación sublime.

Fuente: pixabay
¿Qué es lo que nos anima a mantener a alguien voluntariamente en nuestras vidas? ¿Polaridades que se atraen? ¿Similitudes?… ¿Y porque no ambos? ¿Para qué anclarnos en un extremo si para avanzar necesitamos equilibrarnos constantemente? Lo más saludable a largo plazo son los puntos de equilibrio, donde ambos lados se compensan.
Nuestra irracionalidad busca similitudes en el momento de conocer a alguien, así lo dicen algunos estudios sociológicos y así podemos reconocerlo en nosotros mismos. Aunque sean mínimas, aunque sea de modo inconsciente, buscamos que las personas a las que nos vinculamos encajen en nuestro puzzle: valores comunes, características de personalidad, hobbies compartidos, tener las mismas ganas de empezar,… lo que sea, pero esos parecidos son algo que hace que quiera volver a ellas, que quiera no separarme de ellas, que sienta quererlas. Aunque, avanzando en el mutuo conocimiento valoramos que nos aporten cosas que nosotros no poseemos o sí , pero en menor grado: aspectos de los que poder aprender, ideas con las que entrenar nuestra tolerancia, diferencias que amortigüen nuestros defectos y que al unirnos creen el mágico equilibrio de una alianza.

Imagen de Erika Muth
Si algo me ha quedado ya patente, es que una buena alianza se basa tanto en valores compartidos como en diferencias compensadas. Es importante no confundir esto con injusticia enmascarada -que para conseguir el 100% uno siempre de 20 y el otro 80-. No se trata de contracturar hombros atléticos con nuestro peso, consiste en llevarlo juntos, en ser capaces de adaptarse y cooperar, de mejorar, de entregar, de compartir. La compensación en una alianza reside en que con ayuda del otro el del 20 se aproxime al 50, en dosificar lo que damos y no convertirlo en sobreprotección, en no aprovecharnos de la buena disposición del otro y acomodarnos. Consiste en poner sobre la mesa lo que cada uno lleva en sus mochilas y en trabajar en equipo. Ni polos opuestos, ni similitudes, ni fábrica de oportunistas, ni exceso de virtudes, sino planes comunes, respeto, admiración y mucho amor. A largo plazo se trata de diferencias compensadas.

Fuente: pixabay.
Puede que haya impulso, predisposición, atrayentes características emergentes en el otro, pero no hay fórmula mágica. Hay amor, respeto y capacidad de adaptación. Llámese amigo/a o novio/a, estos tres son los ingredientes invariables y básicos de la receta de una afinidad o conexión profunda y duradera. Eso sí, el aliño queda a tu cargo.
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
También puedes leer...
Post relacionados
Resiliencia.
No me cansaré de repetirte lo muy capaz que eres. Si el ser humano fuese...
El que vale, vale.
Puede que estés viviendo la época más dura de tu vida o te encuentres tan...