
Me gustas.
Lo reconozco, me gustas. Sutilmente, camuflado detrás de mi simpatía, cubierto con mi sonrisa y respondiéndome con evasivas, descubrí un sentimiento que parece va en aumento. Quizás confundido, quizás pasajero. Quizás se volatilice mañana, quizás esconda otras ansias. Sea como sea, ahí estaba.
Me gustas como para acordarme de la primera vez que te vi. Como para querer saber tu nombre completo, sí, hasta tu séptimo apellido incluído. Como para hacerme gracia tus absurdas experiencias de conquista. Como para que te hayas convertido en colorete de mis mejillas cuando me miras.
Me gustas como para querer hacer frente a mi vergüenza. Como para buscarte en las redes sociales. Como para querer contárselo a una amiga. Como para no saber lo que siento.

Fuente: Pixabay
Me gustas como para llevar el radar siempre encendido por si encuentro tu ubicación. Como para que me importe lo que piensas de mí. Como para confundir tus gestos e interpretarlos a mi antojo. Como para querer besar a la incertidumbre.
Me gustas como para que me cueste aguantarte la mirada. Como para crearme nudos en la garganta. Como para que irrumpas en mis sueños y cambies su dinámica. Como para hervir nervios en mi estómago.
Me gustas como para invitarte a tomar algo y fingir que no me atraes. Como para quedarme sin discurso cuando te tengo enfrente y realizar monólogos en mi mente. Como para no importarme que lo sepan las marujas del pueblo. Como para hacerme fan de tus recuerdos.

Fuente: unsplash
Me gustas como para ignorar los estereotipos que nos separan. Como para acordarme de ti cuando escucho “Born to be my baby” (sí, después me llevo las manos a la cabeza). Como para querer inspirarme a través de esos ojos que sugieren diversión e irradian simpatía.
Me gustas como para subestimar las posibilidades de que yo te guste. Como para que el destino nos de un minuto a solas y como no, lo protagonice la logorrea, o en contraposición, un silencio incómodo potenciado por una sonrisa nerviosa. Me gustas como para cometer mis ya típicos errores y hacer que mi lenguaje no verbal te engañe con un sutil “sí pero no”: SÍ, PERO tengo miedo. NO, pero me derrito por dentro.
Me gustas como para no necesitar tomar café cuando sé que te voy a ver. Como para buscarte en cada lugar que esté. Como para sacrificarme y elegir no verte en varios días para que así me recibas con dos besos.
Me gustas como para apetecerme pellizcarte la barba. Como para querer contornear tus labios con mis dedos. Como para desear que me hagas cosquillas y reposar sobre tus costillas. Como para querer comprobar si tus abrazos son el mejor lugar del mundo, como para querer ser fan de ti.
Me gustas como para echar más tierra sobre historias pasadas. Como para darte el arco en lugar de lanzarte la flecha. Como para asumir los riesgos.
Me gustas como para escribir mis ganas, como para bailar contigo al son de la incertidumbre de ese “no se qué” “que se yo” que me encanta. Me gustas como para querer sentir mucho más, como para empezar.
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