
Invertir en amistad es felicidad
Me gusta que me cuentes, que insinúes querer preguntarme algo sobre ese tema del que te cuesta arrancar a hablar. Me gusta que esperes tanto de mi persona, que te guste que te llame sin necesidad de hacerme señales, que me escuches como si mis palabras tuviesen poderes, que me mires como si de mis ojos brotase esperanza. Esto es mutuo.
Me gusta que me pongas los puntos sobre las “is”, que no me digas lo que quiero oír sino lo mejor para mí, que me limpies las gafas cuando se me empaña el cristal y que aceptes mi impulsivo modo de regalar besos y abrazos, así, sin necesidad de “holas” ni “adioses”, porque en un abrazo queda dicho todo lo que las palabras no alcanzan traducir.
Me gusta sentir que te importo, que valoras lo que hago, que tienes miedo de sentirme lejos algún día. Me gusta ayudarte, tu original modo de pedir socorro y tu modo indirecto de decir “te quiero”.
Me gusta observar lo diferentes que somos, como alucinamos la una con la otra, como nos contradecimos pero como nos compenetramos. Me gusta cómo nos admiramos mutuamente, como a donde una no llega, la otra ha ido y vuelto dos veces por ambas.
Me gustan esos cafés a media tarde y las cervezas a medianoche compartidas. Esas donde perdemos el hilo de los argumentos y abrimos en el velador el baúl de nuestros recuerdos. Los locos, los cuerdos, los que alegran el corazón y los que querríamos guardar en un cajón. Todos conforman nuestra historia en común. Los tuyos, los míos, los nuestros,… todos nos han traído hasta aquí.
Me gusta cuando hablamos a carcajadas, las fiestas que compartimos y que esa canción me recuerde a ti.
Me encanta cuando damos la vuelta al mundo subidas en nuestra imaginación. Cuando perdemos la noción del tiempo viajando a través de nuestros planes, metas, preocupaciones, sueños, posibles, intuiciones, deseos,…futuro. La verdad es que lo incierto nos une.
Me encanta que compartamos silencios tumbadas al sol; que compartamos viajes donde nos da tiempo a querernos, odiarnos y volvernos a querer; que compartamos confesiones que en nuestro interior nos están mareando la razón; en definitiva, que compartamos.
Me gusta cuando mutuamente nos aconsejamos sabiendo que es probable que el consejo salga volando, cuando el mañana nos demuestra que ninguna había acertado y que a pesar de eso, nos sigamos escuchando como si de la boca de la otra fuese a salir una fórmula mágica para lo que acontece. ¿Sabes por qué? Porque CONFÍO EN TI. Gracias por confiar en mí.

Imagen de Denis l. Pogostin
Da igual quien vaya o quien vuelva, siempre sabemos dónde encontrarnos, ahí estamos para escudarnos. Que si la vida nos pone a prueba y nos tensa la cuerda, en un abrazo la destensamos y saltamos a la comba con ella. ¡Anda que no tenemos cuerda para rato y tiempo que regalarnos! Porque amiga, sé que nada mejor tengo para ti que mi tiempo, mi oído, mi cariño y mi locura.
Lejos de lo que muchos puedan pensar, nuestras diferencias nos hacen madurar y abarcar una visión mucho más amplia de la realidad. ¡Que vivan nuestras perfectas imperfecciones! Porque en la amistad, lo importante son las ganas, la empatía, el amor, el valor, la lealtad. Quien use estos pilares como un pasatiempo donde las 7 diferencias encontrar, estará mal usando un diamante para rasgar su corazón y en consecuencia, los de su alrededor.
Si algo me atrevo a aconsejar, es que con la amistad nadie se atreva a jugar. Ahí donde el sol no calienta y el frío congela. Ahí donde la cizaña envenena y escupe la envidia. Ahí donde el dolor golpea y tu cuerpo se tambalea. Ahí, da igual si entre edificios derruidos o entre nubes de algodón, un amigo consigue que tu corazón siga latiendo y no sólo te señala la salida, sino que te acompaña hasta traspasarla y dejarte en terreno seguro.
Y es que me gusta sentir que lo nuestro es verdadero, que está amarrado con fuerza y que lo sencillo, natural y espontáneo se imponen a lo banal y artificial. Porque amiga, eres mucho más de lo que las palabras permiten definir. Eres esperanza, eres fuente de felicidad y calma, eres soporte y energía, eres esa magia con la que juntas convertimos lo imposible en alcanzable. Porque amigo, cambiaría muchos planes por unas risas contigo.
Les debo tanto a esas personas que encarnan la amistad en mi vida, tantísimas sonrisas, tantísima felicidad, que toda palabra me parece insuficiente.
Amistad, GRACIAS por conjugar tan bien los verbos compartir, confiar, sentir, disfrutar, perdonar, comprender, reír, apoyar, cuidar, divertir,… y en definitiva, VIVIR.
-Invierte en amistad, es felicidad-
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quiero usar tu trabajo y necesito el autor no hay otro nombre que no sea la mirada de tu sonrisa?
Sí, por supuesto que hay alguien con nombre y apellidos detrás de estos textos. Me llamo María Garcés. Te agradezco muchísimo que te sea de ayuda mi trabajo, si vas usarlo, a parte de mi nombre me gustaría que nombrases también el nombre de mi blog (la mirada de tu sonrisa) y así invitar a que otras personas me lean. ¡¡Gracias!!
Genial!!!
Que pena de foto, no sabe saltar ni una….jajaj
jaja eso aún la hace más bonita 😉
Me encanta
Y a mi me encanta que te encante!! Muchiiisimaas gracias Alici 🙂