
No sé si creo en la suerte.
No sé si creo en la suerte, pero te diré en lo que sí creo…
Creo en las manos que se ensucian al colocar los ladrillos de su vida día a día. Creo en los codos que se desgastan hora tras hora. Creo en los corazones que abrazan sin avisar. Creo en las mentes que no dejan de cuestionarse para mejorar lo que ven y lo que no. Creo en los ojos que son capaces de ver luz con independencia de como se presente el día. Creo en las sonrisas que despiertan esperanza. Creo en la brisa que acaricia cuando quedas en suspensión. Creo en el agua que cae para enseñarnos a bailar la vida.
Creo en las manos que amasan su vida dando forma a lo que parecía causa perdida. Creo en la fuerza del ser humano.
Creo que nada pasa porque sí. Que no hacen tanta falta los porqués, sino la forma de sumar ante cualquier revés. Creo en el poder del amor para conseguir lo que se proponga. Creo en los valientes, en los que salen a ganar, los que dicen voy a por ello aunque la incertidumbre les corroa. Creo que el desear sin el intentar no tiene sentido y que el intentar sin el persistir no debería caber en un sano juicio.
Creo que las llamadas “casualidades” son un producto indirecto de nuestra siembra. Son, como diría Albert Espinosa, “subrayados, para que sepamos que debemos fijarnos en algo”.
Creo que es vital y necesario para no soltar el volante de tu vida el tener objetivos, metas, posibles, de esos que te hacen cosquillas con solo pensar en la posibilidad de conseguirlos.
Creo en las ganas, en la voluntad, en la motivación intrínseca que nos sostiene de pie y nos permite avanzar sea cual sea el temporal. Creo en la originalidad sacando partido a la vida y dejando a cero el marcador del aburrimiento. Creo en los que no dejan que las frases motivadoras (véase “sé la mejor versión de ti mismo”) se queden en palabras que se volatilizan.
Creo en los que trazan el plan de su vida dejando hueco a los interrogantes que puedan surgir y afrontándolos de tal modo que sea posible siempre seguir.
Creo que tú puedes con lo que te propongas, y no me digas que es imposible, porque entonces es que estás proponiendo de modo incorrecto. Ves revisando tus metas siendo realista pero no conformista. No te subestimes, creamos o no, no queramos o sí, los im- nos los autoim-ponemos más que se nos im-ponen.
La principal fábrica de imposibles es uno mismo.
Creo en la magia y me gusta que no podamos controlarlo todo. Me gusta el ser humano ante la tesitura de la incertidumbre, en esos momentos afloran con más nitidez las oportunidades de mostrar de cuanto uno es capaz, de limar sus desgastes, de barnizarlos y en definitiva, aprender que “el no saber” está lleno de sabiduría (nada más lejos de la ignorancia, sino que me refiero a la inevitable realidad de no poder prever muchos planes de la vida).
Cúrratelo, cúrtete, celébralo y deja que el mundo te observe. Consciente o inconscientemente una persona insaciable de esfuerzo deja huella y vive con la satisfacción de saber que la parte que de ella dependía está trabajada.
Vivir en sociedad es trabajar en grupo. Se reparten las tareas para avanzar y rendir más eficientemente. Hay tareas que no dependen de uno mismo, puedes opinar para mejorarlas, pero no van a ser producto total de tus manos. Así pues, el resultado final, puede resultar bien porque todos han currado, o menos bien, porque hay alguien que se ha guiado por la “holgazanería social” (esconderse entre la multitud), afectando esto al resto del grupo. Porque lo que uno hace salpica y repercute, en primer lugar hacia dentro, y a continuación hacia los demás, hacia su ilusión y energía (pudiendo incitarles al efecto de free riding o “esforzarse para nada”, así pues, dañando su motivación). Por favor, esfuérzate, sea como sea, nadie te podrá robar la satisfacción de haber realizado con ímpetu lo que de ti dependía.
Una persona insaciable de esfuerzo deja huella
Sobreutilizamos el término suerte. En muchas ocasiones nos encontramos con buenos resultados que no hemos visto venir y en consecuencia, como no vemos a simple vista su recorrido, hablamos de suerte, pero no son más que el producto de esfuerzos que tú y otros habéis ido sembrando.
A veces caemos en la simpleza de atribuir a la suerte lo que al esfuerzo pertenece.
Donde entusiasmes tu alma y desgastes tus manos, en esos lugares, proyectos, instantes,… en esos, tranquilo, que florecerán cientos de tréboles de 4 hojas.
El azar está ahí, pero no depende de ti. La suerte… la suerte creo que es otra cosa.
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Me ha gustado mucho el giro que le has dado a la apreciación de la suerte!!!
Me encanta toda la exposición!!!!!!!!!!!!!!!!!
Muchisimas gracias Melenass!! A mi me encanta que te encante! De vez en cuando esta bien girar las cosas o nuestra cabeza para poder ver desde otro ángulo la vida 😉 Graciaaaas por ser tan fiel al blog 🙂