
No te aferres al odio.
Actualmente y a lo largo de toda la historia del ser humano, tenemos muchísimos ejemplos (desgraciadamente) de la obra del odio en el mundo. De las barbaries que se pueden llegar hacer si se deja que éste marque tu ruta de actuación, si el único amor que guardas en tu corazón es el amor propio.
No hace falta más que leer los periódicos o encender la TV para observar el nefasto ejemplo del ser humano que se transmite en muchas noticias, donde el encadenamiento mental, la ausencia de flexibilidad y el egoísmo, llevan a no conocer el respeto por lo diferente, a no tolerar que las cosas no salgan como nosotros creemos que deberían salir, en definitiva, a un sin fin de laberintos cuyo mapa está ideado por el odio.
El odio mueve a las personas de un modo egoísta y poco respetuoso, cegándolas de cualquier ápice de amor y justificando cualquier barbaridad que por su cabeza pueda pasar realizar.
Es cierto que hay momentos, circunstancias y/o personas en la vida que nos incitan a sentir sentimientos negativos. Esos sentimientos hay que PERMITIRSE SENTIRLOS PERO NO ALIMENTARLOS. Si así lo hacemos como quien riega una planta, siguen creciendo y creciendo, llegando un momento en que impiden que entre la luz a través de la ventana, cerrando nuestro corazón de cualquier tipo de bondad y serenidad. Porque no te confundas, SI ODIAS, TE PRIVAS DE FELICIDAD. Tú crees odiar a esa persona o a esa causa, solo a esa, pero ese sentimiento hace mella en tu corazón y repercute negativamente en todos tus latidos y en los pasos que estos marcan.
Si de verdad alguien no es merecedor de tus virtudes, no le regales ni siquiera odio, porque con él estás desgastando energía, desperdiciando hueco en tu corazón y dándole una atención mental y sentimental que se supone no quieres regalarle. Deléitale con indiferencia, compasión o perplejidad al contradecirle con tus actos, al responder de un modo que no espera.
Mi consejo es que te centres en amar a los que te importan y valoran, en lugar de trazar planes de venganza. Tú decides como invertir tu tiempo y gastar tus días. Tú eres clave en la decisión de qué sentimientos sean los que marquen la historia de tu vida. TÚ eres el director de la orquesta, de ti depende que tomen más protagonismo unos instrumentos que otros.
De ti depende que tu vida no sea ruido sino melodía.
Si fuésemos conscientes de la cantidad de energía que desperdiciamos portando odio y rencor, nos plantearíamos dejarlos a un lado. Pesan mucho, demasiado. Caminarías con la cabeza más erguida y pisarías más fuerte si los sacases de tu mochila. No merece la pena arrastrarse por ellos ni llevarlos de compañeros de viaje.
Lo que te ayuda a ser feliz no pesa.
Pero, ¿no te das cuenta de que el primero (y muchas veces único) que sufre eres tú mismo? ¿No has reparado en que a quien le dedicas esos sentimientos negativos puede ser que no sea consciente de ellos, se muestre indiferente o que incluso este cosechando justamente lo que quería? ¡Qué puede que le estés ayudando a cumplir sus objetivos: marear tu atención e implantar el desorden en tu vida!
Libérate de él. Sé que es fácil escribirlo y complicado llevarlo a cabo. No es cuestión de un día, ni de unas palabras, es cuestión de perfilar tu actitud y tu filosofía de vida. Es cuestión de que pongas en una balanza los pros y contras que el odio te ha traído y que te convenzas (porque solo así será posible) de que no te compensa*
Incluso la injusticia tiene su lado positivo. Me proporciona el desafío de ser tan feliz como pueda en un mundo injusto. Albert Ellis.
Eres una flor preciosa, solo quiero ayudarte a despojarte de las hojas marchitas, sólo quiero darte la oportunidad de que reflexiones y recuerdes que hay otro modo de actuar, que hay un modo más apacible y fructífero de sentir, que aunque la vida a veces se complique y te tiente a sentir rencor y odio, a la larga no te compensa desgastarte por ellos. Son unos sentimientos muy desagradecidos. Lo único que te regalarán será una ceguera y frialdad capaces de conseguir que por temor a más daños, no subas al avión cuyo viaje (no exento de turbulencias) te hubiese mostrado unas vistas preciosas de tu vida.
El odio te va consumiendo poco a poco…sí, como un cigarrillo, donde las primeras caladas te sacian (aparentemente) pero a la larga está limitando tu respiración, ennegreciendo tu alma, desoxigenando tu vida.
Con movimientos sutiles como si de una partida de ajedrez se tratase, pone en jaque mate a tu corazón. Pero has de saber que no jugáis con las mismas piezas, aunque él crea que sí. Tú juegas con la experiencia, con la capacidad de discernir entre sentir dolor, rabia o rencor y la gran capacidad de hacerles frente con esfuerzo y amor.
No te aferres al odio, sino a lo que potencia tu felicidad.
Si alguien provocó este sentimiento en ti, tú eres el único responsable de poderlo dejar ir. Agarra la mano de tu vida, agarra la mano de quien te abriga y date tiempo para sacar esos sentimientos de tu corazón.
Debes mantenerte firme ante el pulso que el odio te juega, tarde o temprano su mano se cansa y el dolor cesa.
* Minipráctica: coge papel y bolígrafo, dibuja una balanza (o 2 columnas si te resulta más cómodo), piensa en ese alguien, esos muchos o esa causa que te incitan a sentir rencor, odio, rabia y escribe en cada platillo lo que has ganado y perdido sintiendo los anteriores. ¿Has sumado o restado felicidad en tu vida? Con este simple gesto ya te estarás despojando un poquito de eso que te oprime ahí dentro.
Autor imagen principal: Pierre Johnson
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
También puedes leer...
Post relacionados
No pierdas tu esencia.
Espontaneidad, autenticidad, naturalidad. Preciosas palabras. Grandes virtudes...
Si hay ganas, el amor es posible.
Sinceridad es lo mínimo que le debemos a quien tiene las agallas de poner ganas...
Comments (0)