
¿Qué vas a hacer?
Lo único que no me puedes quitar es la forma en que elijo responder a lo que me haces. La última de las libertades es elegir la actitud de uno en cualquier circunstancia.Viktor Frankl
Quizás hoy haya nubes en tus ojos, nudos en tu garganta, temblor en tu alma y abatimiento en tu cuerpo. Y, aunque no me agrada verte así, no seré yo quien te libere del malestar, sino tú. Si bien, si quieres, puedo acompañarte. Podemos acompañarnos.
Date permiso para sentirte así, de otra forma el nudo no solo no se deshará sino que apretará más fuerte. Permite que tus lágrimas fluyan sin juicios, para que puedan recorrer el trayecto que precisan hasta solidificar en fortaleza, para que creen un río que se lleve con cariño lo que duele.
Hay experiencias que invitan a la expansión, otras a la contracción… sea como sea, una invitación nunca es obligación. Experimentar una vivencia es inevitable, pero vivir una experiencia es una elección. Pasará lo que tenga que pasar pero el guión no es la representación de la obra y, lo que «tenga que pasar» no es una invitación a la inacción, resignación y pasividad, sino una invitación a la aceptación, la disposición y la acción. Si alguna experiencia se muestra «inmodificable», donde seguro que sí hay posibilidad de cambio y transformación es en tu interior. Nadie tiene la potestad de poner murallas a tu alma sin tu consentimiento. Las circunstancias externas podrán atarte de pies y manos, pero jamás de espíritu. Ahí reside tu libertad.
Experimentamos toda vivencia pero no siempre vivimos toda experiencia.
El camino no se presenta asfaltado para que puedas dejar tus huellas, para que tus acciones dejen el olor de tu esencia. El «qué» no siempre queda a tu elección pero el «cómo» sí. No tenemos misión sencilla, se nos pregunta constantemente ¿qué vas a hacer con esto? ¿Cómo vas a vivir esta experiencia presente? ¿Vas a actuar desde el miedo o desde el amor? Y es una pregunta de la que nadie puede huir. A veces la contestamos poniendo escasa atención, otras delegamos la respuesta al ego (“tendría/debería…”, “tienes la culpa”,…) otras nos anclamos en el modo espera a ver si la vida se despista y reformula la pregunta, otras la reflexionamos con serenidad y actuamos con responsabilidad…Sea como sea, es una pregunta cuya respuesta determina los próximos qués. Toda acción que emitimos (hacia dentro o fuera) suma o resta, acerca o aleja, atrae o expulsa. Esa decisión valiente que estás tomando hoy es semilla que brotará en un tiempo, quizás para incomprensión de muchos (“¿Cómo lo ha hecho?” “qué suerte tiene”), pero teniendo todo su sentido y valor para ti.
¿Vas a actuar desde el miedo o desde el amor? Esta es una pregunta de la que nadie puede huir.
Sé que leer estas líneas no ha diluido tu malestar ni solucionado tus problemas, aunque quizás haya conseguido amortiguar unos minutos tu dolor, pues la comprensión no es suficiente para sanar, sí para calmar. Por ello, te traigo más buenas noticias, y es que, en la radiografía hecha a tu alma se puede apreciar, con claridad, que tus fortalezas siguen intactas (y cuando digo intactas digo presentes y dispuestas a ser usadas) y que hay potencial para la resiliencia en ti. Si bien, para pasar de la comprensión a la acción sin que pierdas de vista lo precioso/a que eres te sientas como te sientas, es importante poner tu ejercito de fortalezas en primer plano. Por ello, te invito a leer hasta el final lo siguiente, no sin antes respirar hondo y lento un par de veces:
(respira)
Soy fuerte, valiosa/o y valiente. Tengo derecho a sentirme así (asustado/a, impotente, asqueada/o, molesto/a, triste… incluso tranquilo/a y alegre) sin perder un ápice de mi valor. Lo que siento no me define. Puedo con lo que la vida me «obliga» a vivir, incluso aunque no lo entienda, y me permito adaptar mi ritmo para afrontarlo. Lo hago lo mejor que sé o puedo en este momento. Nada es permanente. Otras veces ya pude. Actúo desde el amor aunque sienta miedo. No delego lo que me compete. Afronto. Me regalo paciencia. Me permito descansos. Mis valores me guían. Confío, confío fuerte. En mí, en vosotros, en nosotros.
Repite el párrafo anterior hasta que sientas un poquito mejor separando cada repetición de 3 a 5 respiraciones profundas.
(respira)
Te espero.
Te acompaño.
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
También puedes leer...
Post relacionados
Las cosas que nunca te dije.
¿Recuerdas ese día en el que osaste decirme que me odiabas? Me dieron ganas de...
Resiliencia.
No me cansaré de repetirte lo muy capaz que eres. Si el ser humano fuese...