
Para destacar no hay que apagar la luz de los demás.
Grande es aquel capaz de brillar sin apagar la luz de los demás.
Anónimo
Cuantas veces hemos deseado poder cambiar la mente de una persona con un solo chasquido de dedos. Formatearla a golpe de vista, darle la oportunidad de empezar a pensar de cero a ver si esta vez la razón es menos intransigente y permite que en ese corazón gobierne algo de humanidad.
Hay personas malas, y no porque sean malas de serie, sino porque se han hecho así mismas de este modo. Uno no elige todas las circunstancias pero sí como vivirlas, si bien, hay ambientes y personas tan sumamente malignas que tienen el poder de malmeter todo con quien se relaciona. Ya me decía mi abuelo que si dejas a la patata podrida unos días dentro del grupo sano termina por malmeter parcial o completamente a todas las demás.
La mayoría de los ataques llamados “gratuitos” (supongo que por la falta de peso en la relación [desencadenante-ataque], porque en realidad resultan bastante caros para quien los sufre) vienen provocados por el odio y la envidia. Estos dos sentimientos se instauran lenta pero eficazmente en el corazón de la persona, marcando terreno y malmetiendo mente y cuerpo. Terminan por cegar al corazón de la luz propia, impulsándolo a realizar actos nocivos para todos. Y es que, muchas personas en lugar de mejorarse a sí mismas eligen tormentar vidas ajenas, en lugar de sacarse brillo eligen apagar la luz de los demás.
Hay gente “on” y gente “off”. Los “off” se dejar llevar por la envidia u odio y deciden no invertir en sí mismos sino poner trabas en la vida de los demás para que no pueden llegar a cumplir lo que ellos pasan de intentar. “Ni comen ni dejan comer”. Hay personas que nos harán daño simplemente porque no soportarán ver que las cosas nos vayan bien. Los celos y la envidia ciegan, funden luces ajenas y agotan las propias pilas. La valentía y la confianza en uno mismo iluminan -lo propio y lo ajeno- y permiten avanzar dando los pasos con firmeza y no a tientas, porque la luz propia guía.
La serpiente no quería comerse a la luciérnaga por apetencia ni porque estuviese en su cadena alimenticia, sino porque le molestaba verla brillar. Habrá personas que por falta de autoestima, motivación, esperanza… por comodidad o costumbre…no intentarán hacer su camino y a la par les molestará lo bonito que está quedando el tuyo, corriendo el riesgo de convertirse en una piraña. No permitas que tu luz se apague cuando te ofusques, cuando veas que otros van más rápido que tú, cuando brota un problema en tu camino o alguien intenta hacerte daño. Pide ayuda, inspírate en otras experiencias, haz lo que sea que no implique apagar tu luz ni la de nadie.
(Reflexiona y aléjate de las pirañas que hay en tu vida)
No olvides en la oscuridad que eres estrella y que no brillas sola.
No puedes pretender ver las estrellas mirando al suelo, terminarás por desesperar. Tu luz -y cuando hablo de luz hablo de tus virtudes y potenciales, de tus remontadas y de como asumes la responsabilidad de tu existencia- es como una linterna frontal que ilumina cada tramo de tu vida. Una luz que te permite ver más allá de lo que hay bajo tus pies, dotando al mundo de esperanza. Por eso alza la cabeza y sácate brillo porque la falta de autoestima de no trabajarse puede derivar en males mayores y ser alimento suculento para las pirañas.
Hoy, así, tal como eres, tienes algo que no tiene nadie más. No esperes a que oscurezca en tu vida para valorar tu luz, para ser consciente de lo fuerte y capaz que eres. Y si anochece, no te dejes apagar, en la oscuridad es cuando más te necesitas.
Los extremos no sacarán lo mejor de ti. Ni el exceso ni el defecto de autoestima te harán brillar con la intensidad adecuada y ambos pueden llevarte a realizar continuas malas jugadas. El reto es ser capaz de brillar sin cesar y sin cegar ni apagar la luz de los demás.
Foto: N. Tidbury
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