
La confianza: el muro de carga de las relaciones.
Si algo se lleva grandes achaques en las relaciones sociales es la confianza. Un elemento conector básico, el hilo que vincula a dos personas sin mediar las distancias, la base sobre la que se sustentan tantos y tantos sentimientos, el muro de carga que tan rápido como se golpea se derriba cualquier historia que tanto costó edificar.
La confianza, esa mezcla de creencia, sentimiento y emociones que se funden con el propósito de que una mente se proyecte con seguridad en el futuro o de que dos o más corazones se conecten sin temor y con sinceridad.
El miedo, la desesperanza, las malas cosechas y otros reveses de la vida pueden llevarnos a ponernos una coraza en el pecho coartándonos así de recibir y privándonos de una de las cualidades más maravillosas que el ser humano posee cuando se cruza con otro: la confianza.
Por muchos golpes que haya recibido nuestra capacidad de confiar, no compensa perdernos la oportunidad de mostrar nuestra luz al mundo solo porque encontramos personas que quisieron apagarla.
¿En quién puedo confiar?
Confía en las personas que no ponen florituras a lo malo, que no te aseguran que todo vaya a ir bien, pero que te dan pistas de como exprimir tus posibilidades de éxito y te aseguran sus brazos en caso de emergencia.
Confía en las personas que no priman lo que ellos te pueden ofrecer sino lo que tú eres capaz de darte. Confía en la gente cuya sonrisa hace que en tu corazón sea verano. Que sin pretenderlo, son una constante muestra de cariño.
Confía en las personas que sin prometerte el éxito te incitan a salir a ganar. Te avisan de los obstáculos pero te indican como saltarlos, te aconsejan que te abrigues pero no que te encierres para soportar el invierno, te prestan su paraguas aunque esté lloviendo.
Ten fe en las personas que te hablan como si hablasen consigo mismos, están confiando en ti. En ti están encontrando un motivo para seguir adelante, una voz que les haga eco de sus posibilidades, una persona en la que depositar esperanza. Solemos saber menos que más cuándo estamos siendo salvavidas para alguien, por ello es tan importante escuchar sin juzgar.

Imagen Azrul Aziz
Confía en quien te rescata del fuego de tus pensamientos negativos, quien con un gesto te hace caer en la cuenta, quien a pesar de vuestras diferencias apuesta por ti, porque esa persona sabe que tras las diferencias se halla el valor del respeto.
Confía en quienes te tratan con naturalidad y sencillez, que no venden sino que regalan, que suman amor y restan distancias, que no te prometen futuro sin darte antes presente.
Confía en quien siendo península, prefiere ser isla junto a ti.
Confía en quien no se queda con el envoltorio. Dale un voto de confianza a quien se interesa en ahondar en lo más íntimo de tu persona con la única pretensión de juzgar tu belleza con el corazón y no con la vista.
Escucha a quien aboga por que te superes, porque vayas aumentando el margen de tus límites. Valora las voces que no aúllan sino que son como ovaciones durante una carrera. Voces que pueden llegarse a convertir en banda sonora.
Confía en quien al pensarle tu corazón lleno de dudas se calme, ese amigo que entiende el lenguaje de tus pupilas, esa persona que supera sus barreras para decirte que está contigo.
Confía en quien llegados a cierto punto de una conversación ha conseguido que olvidaras que apenas os conocéis. En quien ha logrado que por instantes arrinconaras tus miedos.
Confía en quien te tiende la mano sin que hayas llegado a pedir auxilio, en quién se acuerda de ti en los momentos importantes, en quien te provoca grandes buenas emociones con pequeños detalles.
Confía…
¿Cuál es el secreto de la confianza?
Confiar en uno mismo. Cuando caemos en el ruedo de la desconfianza ajena, acabamos por dañar la propia y viceversa. Si un corazón se cierra ante la posibilidad de presentarse con sinceridad ante otro, se está retrayendo hacia sí mismo de tal modo que estar encerrado es la única manera de sentirse seguro, en definitiva, muriendo en vida.
Saber confiar en uno mismo es saber reconocer y buscar lo que uno merece. No es este post una panacea que te va a enseñar a discernir en quien/cuándo sí y no confiar, esa tarea es de tu corazón (perdona la profundidad de mis palabras, pero es que es él quien tiene la última palabra en esto de la confianza).
Confiar en uno mismo es el único modo de poder llegar a confiar plenamente en alguien.
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