
Los sueños no duermen.
Sueño. Cosa que carece de realidad o fundamento, y, en especial, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse. Repito: sin probabilidad de realizarse.
Desmotivadora definición de la RAE para la palabra “sueño”. Como es de esperar, una soñadora como yo no la comparte. Puedo comprenderla pero no quiero creerla. Esta definición peca de conformista y racional, y no ha tenido en cuenta que las probabilidades no se tienen, se crean.
La vida es más corazón que razón.
La definición de este término está más allá de las palabras. Los sueños nacen en el corazón de cada ser humano como ambiciones personales que surgen de la proyección de felicidad en el futuro. Porque eso son los sueños, experiencias que deseamos vivir, personas que nos gustaría conocer, deseos positivos que tenemos para los demás y proyectos que aspiramos realizar. Deseos cuyo disfrute creemos será una fuente de felicidad (que no de facilidad) para nuestra vida.
Los sueños no se esperan, se crean.
Los sueños son anhelos personales que nacen en el corazón y se diseñan en la mente (siguiendo las directrices del músculo rojo). Es decir, que lo que comienza como una apetencia del corazón, pasa a cobrar protagonismo en nuestro proyecto vital, llevándonos a trazar un camino y a plantearnos unos objetivos que nos acerquen a ellos. Camino que irá tomando visibilidad día a día. Objetivos que son las marcas que nos indican que vamos por buen camino, y que una vez conseguidos, será imprescindible celebrar. Y he aquí tu creación, el diseño de un camino que une tu corazón con sus deseos, que traduce una aspiración en realidad.
Los sueños se crean a la par de nuestro desarrollo personal. No se esperan, se construyen. No se hacen realidad, los hacemos realidad. Y no son cuestión de probabilidad, sino de esfuerzo, persistencia y azar (sí, de todo para todos no hay, pero como diría Pablo Arribas: “el no hay que ganárselo”).
Como recorres el camino habla de ti.
Los sueños siempre son construcción, son paladas de mejora y por ello, no vale cualquier actitud. El camino hacia tus proyectos debe dibujarse con bondad, empatía y asertividad, de no ser así, llegarás a la meta con el corazón mustio. No nos engañemos, si marchita un corazón no es un sueño, es odio, aburrimiento o comodidad. Un sueño es amor por algo/alguien, y eso siempre aviva los latidos.
Sé que sueñas y también comprendo que mis sueños son diferentes a los tuyos. Pero esto no impide que nos ayudemos y nos impulsemos. El apoyo de la gente que queremos es esencial, y por gracia/desgracia a veces determinante.
Unos sueños llevan a otros.
Los sueños son motor y dirección, son inicio del movimiento, son inspiración de nuevos proyectos. Los sueños nos orientan, son esa estrella fugaz que difícil de alcanzar nos lleva hasta el lugar donde queremos estar. Esa estrella fugaz que solo con verla brillar tenemos suficiente para continuar. Y es que, esto son los sueños, bombillas que se encienden y dan luz a nuestro camino.
Los sueños no duermen, viven o mueren. Eres tú el que se tiene que encargar de que las bombillas se mantengan encendidas y estar atento para que ninguna permanezca fundida. Tu eliges tus prioridades, decides el orden de tus retos y administras tu tiempo. Tu eres quien elige cada día dar un paso más. Y es que un sueño estará tan vivo como quiera el portador del mismo.
La felicidad no es facilidad.
El camino hacia los sueños no suele ser breve, y, seamos sensatos, unos se consiguen y otros no. Es precisamente esto, lo que hace mágica y valiente la experiencia de vivir en pro de los sueños: el caminar agarrado de una mano a la incertidumbre de no saber si se darán las circunstancias que junto con mi esfuerzo me harán tocar el cielo; y de la otra mano, al convencimiento de que:
- El esfuerzo nunca cae en saco roto.
- Lo disfrutado nunca puede ser quitado.
- La constancia jamás sale mal parada.
- La valentía dota de realidad a los sueños.
- La ilusión es el combustible que mantiene vivo el fuego de los retos.
Trabaja porque tus sueños lleguen a desfilar por la pasarela de tu vida y acaben siendo tu prenda preferida. Invierte esfuerzo, constancia y optimismo en ellos, en ti. Nadie dice que vaya a ser fácil, pero con voluntad y acción, es posible convertir el boceto en ropa.
Cuando uno tiene sueños, la inquietud del alma es inevitable y cada vez pide más si cabe. ¿El por qué? Porque los sueños son ansia de vivir, que no duermen ni dejan dormir.
Los sueños no duermen ni dejan dormir.
Foto portada: Dayne Topkin
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