
No sé, quizás, podría ser.
Me asaltan las dudas. Me sorprenden por detrás y me apuntan. Me entra el pánico, las tripas bailan al son del temblor de mis manos.
Sigo adelante. ¿Lo hago o no lo hago? ¿Se lo digo o no se lo digo? ¿Hago bien o hago mal? ¿Por ahí o por allá? ¿Lo detengo o lo dejo ir? ¿Voy o no voy? ¿Es lo que quiero? ¿Debo o no debo? Sigo adelante.
No te impacientes, lo que tenga que ser será igual. Si no se queda en tu vida, es porque no tenía que ser. Lo que siempre tiene que ser y será, es la oportunidad para aprender de cada duda resuelta (o no), de todo el proceso que me ha llevado hasta la respuesta correcta. Sí, la correcta. Porque aquí no se trata de aciertos ni errores absolutos, de todo o nada, se trata de tomar una decisión según tus y las circunstancias.
Duda. Duda hasta no dejar lugar a duda. No temas. En el mar de dudas hay barcas, solo debes estar dispuesto a verlas, nadar hasta alcanzar alguna, aprender a manejarla y remar hasta un embarcadero. Uno solo. Cuando pongas pie en tierra descubrirás lo que te deparará.
No olvides que la barca está en el embarcadero amarrada y que puedes volver a tomarla para buscar ese otro lugar donde ayer decidiste no atracar.
Es probable que ahora no lo sepas, es posible que hasta mañana no veas si lo que decidiste fue acertado o por el contrario te dan ganas de llevarte las manos a la cabeza. No importa, atrás ya no puedes ir, pero si puedes evitar volver a reincidir. Sea como sea, sea por lo que sea, en ese momento, en esas circunstancias, en ese minuto concreto y con esa/s persona/s, decidiste actuar así.
“La duda es uno de los nombres de la inteligencia”. Jorge Luis Borges
Duda, dudar es de sabios.
Pero ¡cuidado!. Como el que lleva a su mascota con una correa, así paseamos la duda. La cuestión es, ¿la llevo yo a ella o me lleva ella a mí? Nos tienta el no resolver, el dejar de hacer por miedo, el cerrarnos puertas por no tener claro el siguiente paso, el tapiar la mente y bloquear el corazón por no inclinar la balanza hacia ningún lado, por no apostar.
“Nuestras dudas son traidores que muchas veces nos hacen perder el bien que podríamos ganar si no temiéramos buscarlo”. William Shakespeare
Pero claro, es que, ¿y si me equivoco? ¿Y si justo la otra opción era la que me iba a gustar más? ¿Y si…? ¿Y si…? ¿Y si…? ¡Ay! los “y si”, los “debería”, los “es que”, los “a lo mejor”… todo armas anuladoras del Yo. Sí, de ti. Te bloquean la mente, asfixian tu felicidad, frenan tus pasos y en definitiva te aconsejan sentirte mal. Despréndete de ellos más a menudo, notarás la diferencia.
No seré yo quien subestime ninguna decisión. En la menos trascendental puede estar la diferencia entre un buen o mal día. Pero tampoco hay que obsesionarse. Estamos continuamente decidiendo, más o menos conscientemente, incluso varias cosas a la vez. ¿Qué hago para comer? ¿Café sólo o con leche? ¿En efectivo o con tarjeta?… No habría folios suficientes en el mundo para escribir las decisiones que hasta ahora has tomado a diario en tu vida. Cada paso necesita de muchas decisiones, pero no necesita de certeza ni seguridad absoluta para tomarlas. Eso no es vivir. Actúa o acepta, o las dos cosas, pero decide.
“Para disipar una duda, cualquiera que sea, se necesita una acción”. Thomas Carlyle
La duda es la muestra de que lo que tienes sobre los hombros funciona. La duda es la muestra de que el juego de la soga entre el corazón y la mente sigue activo. Muestra de que estás vivo.
La duda es el principio del cambio, es una puerta a nuevos parajes, es una muestra de la supervisión y regeneración de nuestras ideas, sentimientos, sueños, objetivos…de nuestra capacidad de asumir la responsabilidad que supone vivir, y no vivir de cualquier forma, sino vivir del modo más pleno y feliz posible.
El nobel de física Isidore Rabí respondió lo siguiente a la pregunta de qué le había ayudado a ser científico:
“Al salir de la escuela, todas las madres judías de Brooklyn preguntaban a sus hijos: “¿qué has aprendido hoy en la escuela? En cambio, mi madre decía: “Izzy, ¿te has planteado hoy alguna buena pregunta?”
No es más feliz quien menos reflexiona, quien menos estruja su mente, quien menos aflige su corazón, ni quien menos decide. Es más feliz el que da la cara a sus miedos, duda, decide y sigue adelante. Es más feliz el que crea sus aciertos, errores y oportunidades. Es más feliz porque él mismo descubre de cuanto es capaz, porque el mismo se descubre en cada paso que da y tiene la oportunidad de mejorar el calzado y tomar nuevos rumbos de un modo mejorado a los anteriores pasos dados.
¿Dudas? Eso es que maduras.
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Me encanta la frase: “Actúa o acepta, o las dos cosas, pero decide.”, pero que complicado se puede hacer a veces llevarla a cabo jaja. Un saludo!
Lucilazla, así es…llevar a la práctica una decisión cuesta y pueden surgir complicaciones, pero no tantas como surgirían si no te atrevieras a tomarla y llevarla a cabo. Así que con o sin miedo: ADELANTE. Gracias por leerme. Un saludo 🙂
Ante la duda paso adelante de lo contrario no te libraras de ella.
¡Que buen comentario!La duda es algo natural y bueno, pero es importante que le apellide una acción. Sino, corres el riesgo de quedarte estancado. Gracias Esperanza 🙂