
¿Qué es la asertividad? El punto de equilibrio.
Existen, hay quien dice que solo se reconocen entre ellas, que conseguir ser así es tarea ardua, exigente y difícil pero que está al alcance de todos.
Hablo de esas personas que actúan con sutileza y elegancia, que si algo les molesta responden ante ello con rectitud y educación. Que se manejan con soltura ante las críticas mediante estrategias que no ofenden pero les defienden. Que se sacan brillo cuando les tiran tierra encima, que amoldan las situaciones como un guante al tamaño de su mano.
Son personas que no se encogen cuando se mojan, que envidian con amor, que no les importa errar y que por ello no dejan de intentar. No es que no tengan miedo al no, sino que lo traspasan. No es que les sea cómodo decir que no, sino que manejan sus emociones buscando la autodeterminación personal a la par que el respeto mutuo.
Se trata de personas que no se dejan intimidar, sienten miedo, rabia, pena y desesperan como todos, pero no pierden de vista lo que son y en qué se fundamenta su vida. Encuentran el equilibrio entre la pasividad y la agresividad, considerando ambas estrategias irracionales y dañinas. Se conceden dudar pero sin ofender a nadie, se permiten la crítica sin rebasar la línea del respeto, son tajantes ante lo que no les gusta y se reafirman sin vergüenza ante las causas que creen justas.

Imagen de Martin Miranda
Eligen cómo afrontar la vida a pesar de las circunstancias, no se apocan al expresar lo que sienten pudiendo a veces escuchar que son cursis a la vez que valientes. Tanto para bien como para mal, reconocen lo que se cocina en su interior y procuran gestionarlo de tal modo que haya ganancias personales y los daños colaterales sean inexistentes. No son perfectos, se equivocan, la diferencia está en que asumen su error sin excusas y sin resquebrajar su autoestima.
Son personas que animan, que contagian sus ganas de vivir y aprenden de la experiencia ajena. Procuran ser ejemplo pero no espectáculo. Se sienten muy cómodos conversando, tanto consigo mismos como con los demás. Buscan el entablar conversaciones, el compartir, el debatir, el interactuar.
Cuidan sus relaciones interpersonales, contribuyendo en la felicidad del otro, lo cual para ellos nunca pasa por echarse piedras al propio tejado. Apoyan y cuidan procurando lo mejor para sus seres queridos, pero no les realizan la tarea. Aman con admiración, no conocen otro modo de amar y son fieles a sus creencias.
Son personas que saben que las relaciones son cuestión de elección, no de obligación. Que el hecho de apoyar a alguien forma parte del verbo querer y no del “tener que”. Son personas agradecidas, pero que no intentan congraciar a todo el mundo. En ellas cabe la humildad, la sensatez y la paciencia, procurando mantenerse lejos de la soberbia.

Fuente: unsplash
Si es tu amigo no intentará satisfacerte en todo, ni te dirá que sí a todas tus peticiones. Valorará lo que mejor te conviene y conseguirá que lo que te parecía un problema te parezca un reto.
Tienen claro que defender sus propios derechos es animar al otro a que también lo haga, tanto consigo mismo como con el resto de la humanidad. Consideran incoherente exigir que el otro les respete cuando ellos no lo hacen.
No esperan a que la vida suceda, sino que le sugieren planes y trabajan por conseguirlos. Se esfuerzan porque ciertas situaciones no surjan y buscan que otras sí lo hagan. No esperan a que quien les exaspera les ofenda, sino que trabajan antes las posibles emociones que esa persona les puede despertar. Se anticipan a los posibles conflictos cotidianos, aunque no son inmunes y también les pilla el toro, pero entonces, asumen su responsabilidad sin agachar la cabeza y piden disculpas sin recrearse en el error.
No enmascaran sus peticiones de ayuda, asumen su vulnerabilidad como humanos y su necesidad de afiliación y afecto. Por ello saben pedir favores y hacer peticiones con sinceridad y sin sentirse menos valiosos.

Imagen de Coler Hutson
En definitiva, se trata de personas asertivas. Esas que molestan a los intransigentes, esas que incluso a nosotros mismos pueden incomodarnos por no darnos la respuesta que esperamos sino la que creen que mutuamente conviene. Son personas que se responsabilizan de lo que dicen y hacen. Ellas no actúan por compasión sino por convicción, por ello no se reprimen en cuanto a cuestionar las costumbres o normas generales. Ellas trabajan la autoconfianza en base a lo que observan y viven, en base a sus experiencias.
Gracias a que la perfección no existe, en muchas de las frases anteriores os podréis haber visto reflejados y en otras con deberes pendientes. Estamos en un proceso constante de crecimiento y mejora, pero ello no significa que lo que eres ahora esté incompleto, sino más bien que no exprimes todos tus recursos y potencial. Valora tu persona y trabaja por mejorarla, por crear en ti una persona fuerte, resiliente y empática, que sepa equilibrar autonomía y necesidad de afiliación. Pero que ese esfuerzo no te debilite, ni encrespe tu relación con los demás y el mundo. Sé que es tarea difícil, pero aquí hay alguien que confía en ti.
Foto de portada: Joshua Earle
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