
Cómo quedarte aunque digas adiós.
“Lo triste no es morir, lo triste es no saber vivir”
Pablo Ráez
Otro ángel en vida se ha ido antes de lo previsto. Con pocos años de recorrido pero con lo caminado lleno de vitalidad y fortaleza. Dando ejemplo de superación, solidaridad y coraje. Calando hondo con su carismática sonrisa, con su autenticidad y optimismo, consiguiendo movilizar a la sociedad para que acudiese a donar médula.
Sí, os hablo de Pablo Ráez. Una persona que pasó del anonimato al reconocimiento social por su carisma, por sus mensajes “siempre fuertes”, por ser una muestra de solidaridad y de cómo vivir con plenitud a pesar de las circunstancias.
Las batallas importantes se combaten desde el corazón.
Somos muchos los que tenemos cerca a algún Pablo Ráez que nos demuestra que las cosas complicadas se combaten desde la sencillez, que nos recuerda que se puede sonreír a pesar de las cruces.
Estos héroes anónimos sufren, lloran, sienten abundante dolor y soportan los inmerecidos golpes que les propina la enfermedad. Padecen y se enfrentan a diario con coraje a las debilidades de la mente humana y a la facilidad que tiene la mano para arrojar la toalla. Pero ellos no se achican, se agarran a la esperanza y escalan con uñas y dientes para llegar a la cima donde les espera el mensaje de “estás limpio, te damos el alta”. Y todo lo anterior, sin dejar de mirar a la vida de forma risueña y esperanzada.
Inmersos en una lucha injusta e inmerecida, lejos de victimizarse muestran agradecimiento a la vida y ponen el foco en el verbo vivir. Estos héroes (porque es el término que merecen quienes actúan con gran valor ante las duras hazañas de la existencia) no buscan reconocimiento pero su afrontamiento a los reveses y su filosofía de vida, sobre todo en momentos difíciles, da luz por sí sola y provoca la admiración de quienes los conocemos.
Sus superpoderes: valentía, fuerza y amor.
Estas maravillosas personas dotan de cordura al sin sentido que le damos al verbo vivir. Nos ponen mesura y recuerdan que LO TENEMOS TODO para ser felices. Que hagamos más lo que sentimos y saquemos a flor de piel la humanidad que a veces escondemos, que la dejemos tatuada en los demás en forma de besos, caricias y abrazos. Que nos digamos más ¿qué tal? y nos escuchemos; que nos sonriamos aunque no nos conozcamos; que nos amemos.
Tienen la certeza de lo bello que es vivir y despiertan la conciencia del mundo al respecto. Su luz ilumina a esta sociedad cegada por los prejuicios y el materialismo. Un mundo lleno de recursos y de felicidad a su alcance pero que luce desaprovechado y en consecuencia a veces, desalmado.
Ellos, ensanchan su coraje, acrecientan la esperanza y aumentan el amor que con creces dan. Este es su modo de combatir, con él nos dan una lección de humildad y consiguen propagar sosiego en su entorno. Nada de lo anterior les asegura curarse, pero sí apaciguar el dolor emocional, alterar la bioquímica del cuerpo aumentando las posibilidades de éxito y mantenerse constantes y fuertes durante todo el tratamiento. Todo lo hasta ahora descrito les ayuda a vivir con calidad dentro del proceso de enfermedad, consiguiendo además, que si algún día se llegan a ausentar, su esencia permanezca.
¿Y tú? Estás viviendo de tal modo que tu ausencia se note.
¿Tu filosofía de vida te suma? ¿Es solidaria con el mundo? ¿Propaga amor? Pues reflexiona y plantéate vivir de tal modo que te quedes aunque te toque decir adiós.
La peor enfermedad es la del corazón, porque esta quizás no arrebata de golpe la vida, pero catapulta a la insensibilidad e infelicidad. Estos héroes tienen el corazón sanísimo y lo refuerzan a diario a pesar de las circunstancias, dejando patente así que mientras el corazón esté sano es posible ser feliz.
Sigamos la cadena.
No podemos permitirnos que la humanidad y el valor que aportan estas maravillosas personas caiga en saco roto. Debemos darle fuelle a este gran oleaje de superación y amor. Sería un fracaso como humanos que su lucha no fuese un punto de inflexión en nuestras vidas (o por lo menos de reflexión). No tendríamos que esperar a que alguien enferme y nos deleite con su coraje para valorar lo que tenemos y exprimir cada día de nuestras vidas. Esto debería ser una máxima en nuestra filosofía de vida y verse reflejado en cada una de nuestras experiencias.
Sigue la cadena sin necesidad de verte entre las cuerdas.
Por favor, pongamos más de nuestra parte, no nos olvidemos jamás de los Pablo Ráez que nos han dado y dan un ejemplo extraordinario de saber vivir. Hagámoslo ordinario, propaguemos con nuestros actos un estilo de vida solidario, optimista y resiliente.
“Esto no es una historia de pena, es una historia de superación y fuerza” . Pablo Ráez
MUCHAS GRACIAS. Gracias a todos los Pablo Ráez que exprimen sus días para generar una cadena de superación y solidaridad. Gracias por vuestra valentía, por guiarnos en los túneles y por demostrar al mundo una vez más que vivir a veces duele pero que es mucho más sencillo de lo que lo hacemos. Gracias a todos por impregnarnos con vuestra personalidad y por remover la conciencia de esta sociedad; por inyectarnos vitalidad y dar ejemplo de superación desde la sencillez y el optimismo.
Vive de tal manera que cuando te toque decir adiós de algún modo te quedes.
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