
Cuando nada importa.
Libertad no es la ausencia de compromiso, sino la capacidad de escoger y comprometerte con lo que es mejor para ti.
Paulo Coelho
Sin compromiso nada importa, todo está al mismo nivel, nos da igual “chicha que limoná”. Y ni todo vale ni mereces cualquier cosa. Estoy segura de que tienes preferencias y de que hay personas que te importan más que otras, ¿acaso les vas a dedicar menos tiempo y corazón que a lo que no tiene importancia para ti? Si crees que por no comprometerte vas a sufrir menos, te equivocas, de hecho si no llegas a darle al corazón la intensidad que te demanda la insatisfacción está asegurada. Sin compromiso no hay impacto, las experiencias no traspasan la epidermis de nuestra alma y nos dejan con sensación de “tarea inacabada”. Y es que sin compromiso vamos a la deriva, nada perdura, el aprendizaje es superficial y terminamos por vivir a medias “por si acaso” y privándonos de ser felices cada día.
El compromiso otorga soporte ante la duda, ayuda a plantar cara a los miedos y te enseña a decir que no. Comprometerte marca la diferencia dotando de sentido a lo que haces y te permite saborear intensamente las experiencias, eso sí, sin edulcorantes.
El compromiso hace que las experiencias se queden.
Comprometerse no supone obsesionarse con el devenir ya que el compromiso se expresa cada día y es así como prepara el futuro. Hace que las experiencias se queden, que tengan nombre y apellido, que cobren sentido. Hace que salgamos a ganar, que exprimamos el tiempo, que nos mantengamos de pie pase lo que pase. Nos invita a exprimirnos, a descubrirnos y a vernos ser capaces de hacerlo.
Es cierto que la sociedad ha fomentado a través de algunos escaparates la ausencia de compromiso. Ésta se ha visto reforzada por la corta duración de los empleos, la pasividad de muchos modelos, el cultivo del materialismo, la construcción de fachadas y la baja tolerancia al sufrimiento entre otros. Excusas en las que nos resguardamos para no implicarnos. Y luego así nos va en los empleos, en las relaciones, en los hobbies que empezamos y en la fe que profesamos, que a los pocos días o al mínimo revés damos carpetazo, sin luchar lo más mínimo y sin ni siquiera pararnos a pensar donde se halla el sentido de lo que acontece. Y sin un compromiso fuerte, la motivación se queda en el camino y la brújula enloquece.
Cuando una unión es auténtica, el compromiso nace solo, no parece que exija tanto. Además te empuja a salir de tu confort vital y a mirar para adentro invitándote a reconocer lo capaz que puedes llegar a ser, pero claro, eso supone verte obligado a actuar en consecuencia, y por supuesto, esto cuesta. El compromiso te da la libertad de elegir, pero eso sí, a cambio te exige responsabilidad y esfuerzo.
En el compromiso “se espera a cambio” y quien diga lo contrario miente. ¿O es que no esperas fidelidad de tu pareja? ¿o es que no esperas buenos resultados tras tu gran implicación? ¿o es que no esperas que tu amigo te apoye en un mal momento? ¡Claro que lo esperas! Porque donde hay compromiso hay tratos implícitos basados en el respeto y la empatía. Cuando dices (a veces sin decirlo) “¡tu haz lo que quieras!” “me da igual” o “no esperes nada de mi” te estás dando una coartada para el día de mañana no tener que implicarte a la inversa, para poder actuar sin sentirte en deuda. Pero siento decirte que esto no tiene cabida en el compromiso -entre amigos, parejas o personas y sueños-. Además, no sabes lo mucho bueno que te niegas descubrir.
Sin compromiso pocas cosas cuajan, no hay distinción entre quien te importa y quien no.
Asúmelo de una vez, que no es verdad que el compromiso encarcele o corte alas, que la realidad es que te ayuda a actuar con ahínco y te focaliza en lo que de verdad te importa. ¿No crees que mereces empezar a acoger lo que llega a tu vida dispuesto a quedarse y decir no a lo que hace tiempo debiste decirle adiós? Pues implícate más -contigo y los demás-. El compromiso otorga la libertad de decidir con quien, el qué, cuándo, cómo y para qué.
Y si después de estas líneas todavía no le has dado la mano al compromiso te diré en que mares te arriesgas a bañarte “cuando nada importa”:
- Baja autoestima: si a nada te unes de una forma sentida y comprometida, nada te llega, nada sobresale, nada se hace por algo o para algo, no hay camino que elegir, no hay dirección y esto mina la ilusión y recorta el ánimo.
- Falta de proyección: si no te comprometes contigo mismo, con lo que es importante para ti, o con el otro y es importante para ambos, no lucharás por conseguir esas cosas. El compromiso es la razón del corazón.
- Desesperanza: la carencia de sentido nos lleva a la desesperanza, las relaciones superficiales y ligth nos llevan a actuar con frialdad y no atar ni un cabo, y así, cuando el tiempo sopla fuerte es fácil que salgamos volando y nos separemos. La falta de compromiso con uno mismo y los propios objetivos se va por el camino de lo sueños perdidos.
Comprometerse es saber donde invertir tiempo, donde entregar más corazón y en qué, cómo y con quién sembrar tu futuro.
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