
No eres culpable de lo que sientes.
Llorar y otras formas de depurar el alma, de vaciar vasos llenos de sensaciones desagradables y experiencias sin terminar de digerir. Llorar sin saber por qué pero sí para qué. Enfadarte o ponerte nervioso y no entenderte. Permitirte sentir como te sientes sin soltar el volante de tu vida. Darte la oportunidad de expresarte, de mostrar tu vulnerabilidad para hacerte fuerte, de no negar una realidad existente. De hacerlo te oprimes, te pones entre la espada perfilada de algunas emociones y la pared que supone negar lo que sientes. Mirar hacia otro lado duele y te impide seguir. No te culpes por como te sientes y no prives a nadie de sus emociones. Nadie elige qué sentir pero sí cómo afrontarlo, así que permítete lo primero y pon empeño en lo segundo.
Sentir está permitido. Afrontar es una obligación con nosotros mismos y nuestro entorno.
No le digas a nadie “no llores” porque, insisto, nadie elige qué sentir. Soporta la emoción ajena y sé luz en su eventual oscuridad. Sé oportunidad y no barrera. Deja que las emociones se expresen para que pasen. Invita a afrontarlas para que se evaporen. Si no vas a usar la empatía como vehículo para transportar caricias al alma ajena y vas a alterar a peor el flujo de sus emociones, es mejor que no intervengas.
No es sano coartar ni juzgar la expresión emocional de nadie. Aléjate de quien oprima tu expresión emocional porque no te invita a ser tú. Si reprimes hoy te desbordas mañana. Sin embargo expresar progresivamente, conforme se vivencia, es permitir a la mente entenderse mejor con el corazón y vivir sin estar anclado en un pasado todavía sin digerir.
Es imposible no sentir. “Somos un globo de emociones en un mundo lleno de alfileres”*. No eres responsable de sentir alegría, tristeza, ira, rabia, ternura, amor, vergüenza, miedo,… pero sí de lo que haces con esas emociones, de como las cocinas y qué menú acabas sirviendo. Cuídate, lleva una adecuada higiene emocional y pregúntate a diario como te sientes. Tienes derecho a sentirte así, como ahora, pero también tienes la obligación personal de afrontarlo. Tu emoción está permitida pero tus actos desadaptativos no están justificados. Si algo te duele, te da rabia, te oprime, te molesta…reconócelo y después afróntalo de forma adecuada. Si no sabes cómo pide ayuda a quien te pueda dar alguna receta para cocinar lo que ya está hirviendo dentro de ti y poder digerirlo de tal forma que no te traiga ningún malestar emocional posterior y no te impida seguir sintiendo adecuado. Recuerda cuidar tu salud emocional.
Normalizar la experiencia de sentir apacigua el impacto desagradable de algunas emociones.
Cuando uno está bajo el paraguas de algunas emociones no se percata de que el sol sigue ahí, dispuesto a darle calor. No juzgues la emoción ajena, no la critiques, no des por hecho que sabes lo que la provoca, ponte en su lugar e intenta caminar con sus zapatos por su camino, tras ello quizás comprendas porque desde su posición no es tan evidente que el sol está ahí. Un seis es un nueve visto desde el otro lado. Una escucha empática y libre de juicios permite hacer una raja en el paraguas que deje paso a la luz e impulse a esa persona a querer deshacerse de él.
Sé que a veces cuesta entender algunos estados emocionales, pero es que la mente no puede razonar todo lo que vivencia el corazón, a veces sencillamente tiene que ayudarle a buscar una solución sin entender a razones, sino atendiendo al gran motivo de querer lo mejor para uno mismo, de querer tener salud.
Las emociones deben expresarse para después poder gestionarlas. Normalicemos la experiencia de sentir para que nadie se sienta preso de sus sentimientos y sí libre para contar lo que se está cocinando en su interior, ya sea a una persona ,a un papel, a la música, a un lienzo…hay mil formas de expresar lo que uno siente, hay muchas maneras de desahogarse de forma adaptativa y siempre, siempre, hay un oído dispuesto a escuchar tu historia, a veces en quien menos lo esperas.
ES IMPOSIBLE NO SENTIR, LO BUENO ES QUE TODO ES AFRONTABLE.
* Frase anónima
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Muy cierto todo una vez más. Grande Mery!