
Quince tachones.
¿Cuánto más debe destruirse el ser humano para que se valore la necesidad de asistencia psicológica en este planeta? ¿Cuantos corazones más deben apagarse para que se encienda la luz en las autoridades competentes, en los medios de comunicación, en cada uno de nosotros y aportemos nuestro grano de arena para la mejora de la salud mental?
Tras conocer el suceso acontecido ayer en Zaragoza donde dos chicas perdieron la vida al precipitarse desde la azotea de un museo, ha aflorado en mi toda esa impotencia y a la vez responsabilidad que siento cuando se dan episodios de suicidio. Aquí hay una investigación abierta y todavía no hay nada esclarecido, por ello abogo a la prudencia. Pero ha sido el detonante de que esté aquí escribiendo estas líneas, considerando qué estamos haciendo mal y valorando como puedo afrontar esta entrada para que al acabar de leerla nadie quede inmune y sí mínimamente bien informado.
Los trastornos mentales son la sexta causa de muerte en España y el suicidio es la primera causa de muerte no natural. Lleva años siéndolo, sí, así es. ¿Sorprendido? Apenas ves noticias de esto, ¿verdad? No es noticia que alguien se tire por una ventana a no ser que caiga encima de suelo relevante o que la víctima sea una celebridad.
No sé vosotros, pero yo me siento responsable de este desencanto del ser humano consigo mismo, de la nubosidad que hay en algunas mentes. Las decisiones las toma cada persona como individuo con capacidad e independencia de pensamiento, pero formamos una sociedad, una sociedad que parece desconocer que 3.870 muertes en 2013 (2.911 hombres y 959 mujeres) fueron autoinducidas; una sociedad a la que no se le ha enseñado a gestionar las emociones; una sociedad víctima de informaciones contradictorias o directamente evaporadas; una sociedad que no puede permitirse fracasar de este modo, destruyéndose a sí misma.
“Los ojos del suicida captan la imagen de un mundo despiadado, que le ha arrollado sin inmutarse. El que va a morir por su propia mano mira a la cara a la muerte y nada detiene su incomprensible iniciativa porque absolutamente nada le reconforta. Sus ojos han visto lo que duele vivir.” *
DESMINTAMOS MITOS. Mitos que son como piedras en el camino. Mitos que surgen en cualquier conversación sobre este tema. Mitos que no tenéis la culpa de considerar como veraces ya que no se os informa, ya que no se pone apenas voz a todas esas personas que un día decidieron acabar con su sufrimiento del modo más drástico posible. Por todo ello, he aquí 15 falsedades sobre el suicidio:
1. “Los que hablan del suicidio no lo llevan a cabo”
Nada más lejos de la realidad. 8 de cada 10 personas que consuman el suicidio habían advertido claramente de sus intenciones. Además, dar por válido esto supone no prestar atención a las personas que manifiestan ideas suicidas.
2. “El suicidio se produce sin previo aviso”.
Nos creemos capaces de considerar como actuaría un suicida reconociendo que nosotros seríamos incapaces de quitarnos la vida. ¿En serio te arriesgarías a desactivar una bomba sin conocer su funcionamiento? No seamos altavoz de lo que no conocemos. UN SUICIDA suele PROPORCIONAR muchos INDICIOS SOBRE SUS INTENCIONES. Pero eso no quita que se den casos de suicidio sin previo aviso.
3. “El suicida desea morir”.
Este es uno de los mitos más comunes y que más fácilmente podemos desmentir. No olvidéis esta frase: “el suicida lo que quiere es acabar con el sufrimiento, pero no sabe cómo si no es quitándose la vida”.
4. “El suicidio es un acto impulsivo, así que no se puede prevenir”.
Existe el Sd presuicidal, una serie de síntomas emocionales y del pensamiento -como retraimiento y reversión de la agresividad hacia uno mismo-. Osea que puede haber señales de alarma.
Es verdad que cada caso es diferente y que los motivos que llevan a ello son particulares y no generalizables. Pero la gran mayoría de suicidios no tienen detrás un deseo de morir, sino de ACABAR CON EL SUFRIMIENTO.
5. “No nos queda claro si el suicida es un cobarde o un valiente”.
En cuanto a esto las opiniones se dividen. Pero el consenso al respecto tampoco solucionaría el problema, porque lo que debe importarnos es que la valentía o cobardía no se relacionan con el nº o la intención de quitarse la vida. Sin embargo, la desesperanza sí es un gran alimento del pensamiento suicida.
6. “Hablar del suicidio en los medios de comunicación puede incitar a personas a consumar un suicidio”.
Este es un mito que enciende mi rabia. Si tomasen esta vara de medir para el resto de problemas no sacarían atracos consumados, ni asesinatos, ni casos de violencia de género, ni las estrategias que determinada banda tenía preparadas para robar o atentar, ni emitirían películas violentas, etc. ¿Por qué? Porque podrían estar dando ideas o tentando al predispuesto para robar o para atentar contra la integridad de otras personas.
Hablar de ello en los medios de comunicación no solo dejaría constancia de la magnitud del problema y ayudaría a desmentir mitos, sino que podría ayudar a la prevención, al igual que lo hace con éxito en las campañas de tráfico.
7. “Hablar de ello con alguien que confiesa tener pensamientos suicidas es ponerlo en riesgo”.
Todo lo contrario. Hablar sobre ello libera de presión y malestar a la persona ante la incomprensión social de su situación, ante su propia incomprensión. Tener a alguien delante de ti que está dispuesto a oír eso que “puede parecer una barbaridad” y que te diga que hay otras posibilidades para salir de ese callejón del dolor, es algo liberador y que puede ser punto de inflexión hacia la esperanza en su pensamiento suicida.
Hablar de ello proporciona al otro una posibilidad de expresar eso ante lo que se siente incomprendido por él y por la sociedad.
8. “Si una persona ha tenido pensamientos suicidas, estará en estado suicida para siempre” y “el suicidio se hereda”.
NO, la ideación suicida ES TEMPORAL y es un patrón INDIVIDUAL.
Muchas veces son las circunstancias las que nos empujan a un estado emocional tal donde no se ve otra salida al dolor que el acabar con la vida propia. Y lo que se hereda es una predisposición a ciertos trastornos mentales. Pero la intención suicida no está en el ADN, lo cual no significa que no haya que realizar un trabajo psicoterapéutico muy importante para superar y descartar posibles futuras ideas suicidas.
9. “La mejoría después de la crisis suicida viene a significar que el riesgo de suicidio se ha superado”
MUCHO CUIDADO CON ESTE MITO. LA MEJORÍA PUEDE SER MUESTRA DE QUE LA PERSONA ESTÁ TRANQUILA PORQUE HA TOMADO YA LA DECISIÓN DE QUITARSE LA VIDA. Muchos suicidios se comenten tras 3 meses de comenzada la aparente mejoría.
10. “El suicidio es cosa de un nivel socioeconómico concreto”.
En este punto creo que más que menos somos conscientes de que no es así. Que no es más feliz quien más tiene. Los datos dicen que el suicidio está representado proporcionalmente en todos los niveles de la sociedad.
11. “El motivo del suicidio se puede establecer fácilmente”.
Realmente puede resultar muy complejo encontrar el porqué de este acto.
12. “Tener un pensamiento suicida es motivo de alarma”.
No es raro pensar en el suicidio. Los estudios con muestras NO CLÍNICAS recogen que de un 40 a un 80 % de la población han tenido alguna vez pensamientos suicidas. Pero lo que debe alarmarte es la frecuencia e intensidad de la ideación.
13. “Los que intentan suicidarse con métodos poco peligrosos no quieren realmente matarse”.
Esto puede deberse a la falta de información sobre el método a utilizar. SE CONFUNDE LETALIDAD CON INTENCIÓN. Sea como sea, el método no tiene porque estar en relación con la intención.
14. “TODOS LOS QUE SE SUICIDAN ESTÁN DEPRIMIDOS”.
De nuevo falso. La depresión es uno de los trastornos mentales que más se asocian al suicidio, pero suicidio no es igual a trastorno depresivo previo, ni viceversa.
15. “Los que amenazan con suicidarse lo usan como estrategia para manipular a otros”.
Si así lo fuere, aún cobra más gravedad la situación, ya que alguien por el simple hecho de llamar la atención puede sin quererlo acabar con su vida.
“O lo hacen para llamar la atención”. Esa persona que demanda tu atención está dando señales de auxilio. Debes prestarle la atención y ponerlo a disposición de profesionales.
Y hasta aquí los quince tachones a favor de la desestigmatización del suicidio y de la ayuda a todos los que corren el riesgo de caer en sus redes.
El suicida es capaz de mirar a los ojos a eso que el resto de los humanos temen. Si fuese consciente de este ápice de valentía, y lo focalizase en el sentido contrario, en crear nuevos caminos en su vida y en fotografiar con esperanza el futuro, perdería las ganas de destruirla. Él no lo sabe, pero puede llegar a saberlo. Nos necesitan. Ayúdame a desmentir mitos.
Y, aunque es probable que esta entrada no consiga las visitas que han conseguido otras, aunque muchos miren para otro lado cuando lean sobre este tema, aunque deje una huella que poco tarde en evaporarse…confío mucho en el ser humano y en su potencial para resolver los problemas. Por ello sé -y más si has llegado hasta estas líneas- que sabrás valorar este post y empatizar con los millones de personas que ponen cara al suicidio. Ojalá me equivoque en lo primero. Ojala acierte en lo segundo.
Muchas gracias por leer hasta aquí. Te necesito, sé altavoz. 🙂
Referencias:
* Juan Carlos Pérez. “La mirada del suicida”
– http://www.infocop.es/view_article.asp?id=5555&cat=44
– ETV Formación. Curso duelo infantil y discapacitados.
– Material PIR. Academia CEDE. Manual de Psicología Clínica.
– Fotos: Lamiradadetusonrisa
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Muy interesante…
Hace años en mi ciudad hubo un caso que me marco mucho,un chico de buena posición social,con carrera ,empresa propia…decidió quitarse la vida nada más entrar en la trentena.
Ese día pensé como alguien que lo tiene todo hace algo así?
Interiormente no sentiría lo mismo…
Desgraciadamente viví el caso semi de cerca y nunca entendí que nadie en su familia hubiera notado nada…
Necesitamos hablar más….
Desde luego que necesitamos hablar más de lo que verdaderamente importa, porque hablar hablamos, invadiendo al silencio, con lo importante que éste es.
Se necesita más información, se necesita desestigmatizar todas esas creencias que no hacen más que acrecentar el sufrimiento que ya de por sí supone el dolor de vida que lleva a algunas personas a querer ponerle fin de este modo a la suya.
Siento que hayas tenido que vivir casos cerca… Te agradezco muchísimo tu comentario y tu sinceridad. Me hace muy feliz saber que hay personas que se paran a reflexionar y a buscar soluciones sobre un tema del que a la sociedad le cuesta hablar. Gracias Lucía. Muchas gracias por ser altavoz 😉
Totalmente de acuerdo contigo, María. La noticia de anteayer me ha dejado conmocionada; todos los días paso delante del museo en bus, camino al trabajo… Pensar que dos chicas jóvenes entraron allí con la única intención de tirarse desde la azotea me resulta muy fuerte. ¿Cuántas personas en este mismo momento están con pensamientos suicidas? ¿lo sabemos, lo intuímos?…¡cuánta impotencia!. Sí, tengo el corazón oprimido, pienso en ellas, en su familia, y me duele mucho.
Hace años conocí a un chico que estaba en tratamiento psicológico. Tenía tendencias suicidas, lo había intentado un par de veces sin éxito…. y él era consciente que gracias al tratamiento psiquiatrico y psicológico podía salir adelante… en ello estaba. De vez en cuando tenía recaídas, por depresión, y entonces su familia -que sabía las señales de alarma- lo acompañaba de nuevo al tratamiento. Llevaba años con ello.
Creo que es muy importante estar concienciados y asumir nuestra responsabilidad en este drama. Todos la tenemos.
Muy interesante tu artículo, María. Gracias!!!
Un abrazo.
Teresa
Estoy de acuerdo contigo Teresa. El primer paso para poder ayudar de forma eficiente es tener la información adecuada. Y en este primer paso hay muchísimo que hacer. Gracias por tus halagos y millones de gracias por tus comentarios, valoro mucho la dedicación y sentimiento que se palpa detrás de ellos. GRACIAS TERESA.